Salvando
a las personas y haciéndolas felices, uno mismo progresa
El que las cosas no
acontezcan como uno lo espera, es porque todavía uno tiene nubosidades.
Eliminar esas nubosidades sin sufrimientos, en forma placentera, es la esencia
de Meshiya-kyo. Para ello, es necesario salvar al prójimo. Haciendo así, como a
través del agradecimiento del prójimo uno recibe constantemente Luz, ello hace
que nuestra alma se purifique. En conclusión, en lugar de penitencias y
abstinencias, a través de alegrar a las personas, salvando a las personas se
consigue obtener el mismo resultado. Pero como para salvar a las persona se
necesita después de todo hablar o explicar en forma correcta, para ello es
preciso leer los Escritos Sagrados. Además, a través de los Escritos Sagrados
se consiguen conocer diversas Verdades y el alma también se purifica. Junto con
eso, surge la correspondiente fuerza para salvar al prójimo. De este modo mientras se salva al prójimo y se lo hace feliz, uno mismo va progresando.
(“Discursos”,
6 de octubre de 1952)
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