lunes, 14 de septiembre de 2009

Enseñanza - El hábito de la mentira



Entre ciertas especies de hábitos, existe una, poco percibida, que es la mentira. El hombre moderno miente excesivamente, basándose en la idea errônea de que será acertado. La mayoría, de las personas acostumbradas a este mal hábito, ni siquiera toman conciencia de que están mintiendo. Cuando esto ocurre con mis subordinados, acostumbro a llamarles la atención, pero muchos de ellos parecen haber perdido la noción de la diferencia entre la verdad y la mentira. Perciben solamente haber mentido y piden disculpas después de que yo les doy una lección bien clara al respecto. El hábito hace que la gente moderna se pierda, son incapaces de distinguir los límites entre la mentira y la verdad.


Dejaré de lado las mentiras inconsecuentes, que no merecen análisis especial, para tomar cuidado de las mayores, más graves, por ser concientes y premeditadas. Entre ellas, comenzaremos por analizar las mentiras pronunciadas por los políticos. Éstos, muchas veces, son censurados por dejar de cumplir las promesas de una buena política y planeamiento, hechas durante pomposas propagandas electorales. Hay, también, muchos parlamentarios que desprecian los compromisos asumidos con sus electores, juzgando esa actitud como algo perfectamente normal. Existen educadores cuyos actos contradicen la grandeza de sus palabras, y es común publicar en los periódicos artículos de carácter dudoso. Las propagandas exagerados no constituyen la excepción.

Los impuestos representan el problema más grande. Es una competencia de mentiras, entre los fiscales y los contribuyentes, de carácter sumamente complicado y desagradable. Hay doctores que mienten, dando esperanzas a los pacientes incurables. También desapruebo los falsos profetas que frecuentemente hacen uso de las “mentiras en cada ocasión”. Las conocidas tácticas empleadas por los comerciantes son mentiras aceptadas por el público. Con estas variedades, a pesar del resumen, podemos decir que el mundo es un complejo de mentiras.
. Quizás encuentren increíble el hecho de que un promotor o mediador mienta, pero ésto sucede de vez en cuando. La prueba se evidencia en el esfuerzo que el Ministério Público viene empleando, basado em suposiciones, para creer en criminales, desde la ocurrencia de un caso hasta el juicio final. Siempre que esto se repite, pienso insistentemente en el motivo de tanto interés en culpar a ciudadanos inocentes. Es realmente un enigma, para el cual la explicación no existe. La profesión del Juez exige la condena de un criminal, pero la condena de un inocente está muy lejos de nuestro razonamiento. No és fácil saber si un sospechoso es o no, responsable de un crimen, pero creo posible distinguir entre blanco y negro, después de una breve investigación.

El deseo de mentir viene del pensamiento optimista según el cual, considera imposible que la mentira venga a la luz. La teoría de la inexistencia de Dios favorece el argumento de que la mentira perfecta es señal de inteligencia – lo qué constituye un error gravísimo, la existencia de Dios es una realidad y la mentira, aún bien empleada, es pasajera, estando siempre sujeta a ser descubierta. Esto causa un gran daño a quién miente, porque, lejos de su objetivo primordial, la persona se expone a la vergüenza de tener su crédito destruido y le será impuesto un castigo. El mentiroso piensa que Dios no existe, simplemente porque es invisible. En este punto, se iguala a los salvajes, que no creen en la existencia del aire porque no lo ven. ¡ Pobre hombre civilizado, totalmente sumergido en el hábito de la mentira!

Meishu Sama

Creador del Arte de Johrei
5 de septiembre de 1951

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